12 jul 2013

Módulo para smartphone que lo convierte en un biosensor de bolsillo

El reciente desarrollo de un módulo que se acopla a un iPhone, y que, junto con el software pertinente, convierte al smartphone (teléfono inteligente) en un biosensor de bolsillo que usa la cámara y la potencia de procesamiento del teléfono para detectar cualquier tipo de células o de moléculas biológicas, podría poner pronto al alcance fácil de médicos y otros profesionales una herramienta de bolsillo para hacer algunos diagnósticos médicos, análisis medioambientales, comprobaciones de seguridad de alimentos, y otros exámenes bioquímicos.

Disponer en cualquier lugar y momento de biosensores como esos podría hacer posible cosas como por ejemplo rastrear in situ la contaminación de aguas subterráneas y combinar los datos GPS del teléfono con los del biosensor para cartografiar la propagación de agentes patógenos.

El principal interés del equipo de Brian Cunningham, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, está en las labores de biodetección que deban realizarse fuera del laboratorio. Aprovechar los teléfonos inteligentes, cada vez más presentes por doquier en las sociedades industrializadas, para que, con unos pocos complementos, hagan labores que sería caro o aparatoso realizar con otros aparatos, es una estrategia muy prometedora.

Aunque el módulo representa sólo unos 200 dólares en componentes ópticos, él y su iPhone alcanzan la misma precisión que un gran espectrofotómetro de laboratorio que cuesta unos 50.000 dólares. (Foto: Brian T. Cunningham)

El módulo contiene una serie de componentes ópticos (lentes y filtros) presentes en dispositivos de laboratorio mucho más grandes y costosos. El módulo además mantiene alineada la cámara del teléfono con los componentes ópticos.

El test completo tarda sólo unos minutos en realizarse. La aplicación guía paso a paso al usuario a través del proceso. Aunque el módulo representa sólo unos 200 dólares en componentes ópticos, él y su iPhone alcanzan la misma precisión que un gran espectrofotómetro de laboratorio que cuesta unos 50.000 dólares. Así que ahora el dispositivo no sólo es portátil, sino una opción al alcance de economías modestas.

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